
Sólo tú y yo
Para Hatshepsut
Solamente a través de estas pocas palabras, y solo desde la profundidad más clara de mi alma, consigo cantar para ti, con la voz limpia y el corazón a flor de piel. Como un loco atrevido, con mi anciano caballo desocado, por haberse sentido provocado, por la fuerza de la intensidad, que desprenden tus ojos, por sentir que pronto, muy pronto, nos podremos encontrar. Yo caminaré para irte a buscar, desnudo y lleno de temor. Te encontraré, sea donde sea que estés, insistiré una y otra vez, jamás me rendiré. Y cuando tú me digas ven, mi sol se sumergirá en tus plateadas aguas y juntos en esa oscuridad nos convertiremos en uno, para elevarnos de nuevo.
El miedo no será jamás el camino que nos guiará. En nuestro destino está escrito, que sólo por ti el universo brillará con la verdad. Hemos volado juntos, hemos caminado muy cercano, nos hemos amparado sin saberlo, sin ser conscientes del misterio que ocultábamos. No te quepa duda, de que en este amanecer que hoy está emergiendo, ya no habrá nada más que vencer. Los obstáculos se han derribado para que ambos gocemos de lo que nunca antes pudimos finalizar. Ahí estaremos con dios, piel con piel, tal cual fue escrito, para que sólo tú y yo lo alcanzáramos a expresar. El padre nos ungirá de su gloria, y la madre con su insuperable belleza, nos vestirá.
Tu fuego apagará mi sed, y mi amor eterno, te brindará el más espectacular hogar, para que, como uno, creemos un nuevo mundo.
Será allí donde alumbrarás la dicha más enorme, que ni el mismo dios puede imaginar.
Has sido la dueña de mis noches, he sido el dueño de tus hazañas, y hoy sin adueñarnos de nada, en un susurro te diré que hoy y siempre sentiré que estoy hecho de ti.
Me modelaste, pedazo a pedazo, me diste forma me ungiste de gozo, para que cada trozo, fuera la expresión más cercana de nosotros.
Cuando tú y yo unimos nuestros corazones, haciendo de cada todo uno, el resto del mundo desaparece. Nuestro hogar se torna fuego, y embebidos de placer, podemos mirarnos firmemente a los ojos, sintiendo que lo tenemos todo, que ahora, sólo la divinidad puede ser nuestra dueña y que unidos seremos siempre su reflejo. Sonreiré, igual que tú lo haces, cada vez que puedes verme llegar. Estaremos bendecidos para crear el paraíso, ese que quedará grabado, en ese único cuadro que estamos terminando, para que nos podamos por fin encontrar. No existe ni existirá jamás, ninguna otra realidad. Con todo mi amor,
Sennemut
©Joanna Escuder

Todos los textos registrados

